En el siglo XVIII, se implantó un sistema educativo en el campo de
la enseñanza, creado por la necesidad de reformar a la sociedad y prepararla
para los cambios producidos tanto económicos como culturales, es decir, un
modelo pasivo, normativo, tradicional. Como podemos comprobar, muchos años nos
han dirigido como han visto conveniente y ha sido tradición. Siempre se
prestaba servicio a las clases más altas.
Existía una finalidad, la de hacer que las personas no pensaran
por sí mismas, que no fueran críticas ni reflexionaran, es decir, que
trabajaran sistemáticamente sin quejarse de nada.
Este modelo educativo consistía en realizar una clase magistral
por parte del docente hacia su alumno pasivo, sin interactuar con el profesor,
sin opinión ni cuestión. Frase que todos hemos oído alguna vez en nuestras
vidas, “Es así porque yo lo digo y punto”.
En la actualidad, estamos rodeados de una sobrecarga de
información que procede de la prensa, publicidad, etc, por esta razón me
resulta curioso que el método pasivo siga siendo el más empleado para la
educación en la que la principal
necesidad es la motivación.
En mi opinión, este método es efectivo en muchos casos, es un
método rápido, donde el docente es el encargado de realizar todo el trabajo,
seleccionar ejercicios que más tarde realizarán los alumnos y los calificará, en cambio, el alumno únicamente se encarga de
recibir la información del docente y reproducirlo. Es un método pasivo, donde
no existe la posibilidad de que los estudiantes piensen de una forma crítica.
Como bien hemos dicho, en muchos casos puede ser un método ideal
para algunos tipos de aprendizajes, pero en la mayoría, desde mi punto de
vista, no. Es decir, a pesar de que no sea la mejor metodología para educar a
personas críticas y seamos conscientes de ello, existe este método porque se
necesita, se necesita para las personas a las que les conviene que seamos una
juventud pasiva, que no podamos juzgar, educados para exámenes que luego
olvidaremos, el alumno se encargará de aprobar el examen, es su objetivo, memorizar
fórmulas y ejemplos que no se interrelacionan con los problemas reales.
En conclusión, que siga
existiendo este método de enseñanza tanto tiempo es motivo de la propia educación
que los mismos docentes recibieron en el momento que se formaron, sin intención de innovar ni
preocuparse por crear una conexión bidireccional alumno-profesor.
Afortunadamente, en la actualidad, el alumno dispone de diversas
fuentes de información a las cuales puede acceder en cualquier etapa de su
formación. El docente debe enseñar a que el alumno aprenda a adquirir
conocimientos por sí mismos, es decir, que experimente.
Bibliografía:
-
J. Alonso Tapia (2005). Motivación para el
aprendizaje: la perspectiva de los alumnos. (pp. 209-242). La orientación
escolar en centros educativos. Publicado en Ministerio de Educación y Ciencia.
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