martes, 3 de febrero de 2015

MODELO DIDÁCTICO PASIVO O NORMATIVA Y DIDÁCTICA TRADICIONAL.


En el siglo XVIII, se implantó un sistema educativo en el campo de la enseñanza, creado por la necesidad de reformar a la sociedad y prepararla para los cambios producidos tanto económicos como culturales, es decir, un modelo pasivo, normativo, tradicional. Como podemos comprobar, muchos años nos han dirigido como han visto conveniente y ha sido tradición. Siempre se prestaba servicio a las clases más altas.
Existía una finalidad, la de hacer que las personas no pensaran por sí mismas, que no fueran críticas ni reflexionaran, es decir, que trabajaran sistemáticamente sin quejarse de nada.
Este modelo educativo consistía en realizar una clase magistral por parte del docente hacia su alumno pasivo, sin interactuar con el profesor, sin opinión ni cuestión. Frase que todos hemos oído alguna vez en nuestras vidas, “Es así porque yo lo digo y punto”.
En la actualidad, estamos rodeados de una sobrecarga de información que procede de la prensa, publicidad, etc, por esta razón me resulta curioso que el método pasivo siga siendo el más empleado para la educación en la que  la principal necesidad es la motivación.
En mi opinión, este método es efectivo en muchos casos, es un método rápido, donde el docente es el encargado de realizar todo el trabajo, seleccionar ejercicios que más tarde realizarán los alumnos y los calificará,  en cambio, el alumno únicamente se encarga de recibir la información del docente y reproducirlo. Es un método pasivo, donde no existe la posibilidad de que los estudiantes piensen de una forma crítica.
Como bien hemos dicho, en muchos casos puede ser un método ideal para algunos tipos de aprendizajes, pero en la mayoría, desde mi punto de vista, no. Es decir, a pesar de que no sea la mejor metodología para educar a personas críticas y seamos conscientes de ello, existe este método porque se necesita, se necesita para las personas a las que les conviene que seamos una juventud pasiva, que no podamos juzgar, educados para exámenes que luego olvidaremos, el alumno se encargará de aprobar el examen, es su objetivo, memorizar fórmulas y ejemplos que no se interrelacionan con los problemas reales.
En conclusión,  que siga existiendo este método de enseñanza tanto tiempo es motivo de la propia educación que los mismos docentes recibieron en el momento  que se formaron, sin intención de innovar ni preocuparse por crear una conexión bidireccional alumno-profesor.
Afortunadamente, en la actualidad, el alumno dispone de diversas fuentes de información a las cuales puede acceder en cualquier etapa de su formación. El docente debe enseñar a que el alumno aprenda a adquirir conocimientos por sí mismos, es decir, que experimente.

Bibliografía: 

-       J. Alonso Tapia (2005). Motivación para el aprendizaje: la perspectiva de los alumnos. (pp. 209-242). La orientación escolar en centros educativos. Publicado en Ministerio de Educación y Ciencia.


- Vidal-Abarca. E, Rafael García Ros, Francisco Pérez González. (2010). La motivación para   aprender. ¿Qué es y por qué es importante mejorarla. (pp.139-146). Aprendizaje y desarrollo de la personalidad. Madrid: Alianza editorial. 



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